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Día Mundial del Ictus
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) las enfermedades cerebrovasculares agudas o ictus representan la tercera causa de muerte en el mundo occidental, la primera causa de discapacidad física en las personas adultas y la segunda de demencia. Una de cada 6 personas sufrirá un ictus a lo largo de su vida.

Día Mundial del Ictus

El 29 de octubre se celebra el Día Mundial del Ictus, una enfermedad cerebrovascular aguda que se produce por una ruptura o taponamiento de los vasos sanguíneos que llevan la sangre al cerebro. Lo más frecuente es
que existe una oclusión o taponamiento de los vasos sanguíenos, es lo que se denomina un ictus isquémico, que constituye el 85% de todos los ictus. La ruptura de un vaso sanguíneo da lugar a un ictus hemorrágico, que es menos habitual, siendo de este tipo aproximadamente un 15% de todos los ictus.

La pérdida de oxígeno y nutrientes en las células nerviosas de la zona afectada hacen que mueran las neuronas, quedando dañadas las diferentes funciones cerebrales, como del habla, el lenguaje, la memoria, el control muscular, etc. El tiempo que dure este trastorno y la zona que se haya afectado son dos determinantes en cuanto al daño cerebral que suceda. Por eso, una anticipada identificación de los síntomas y una actuación precoz ayudan a mejorar significativamente el pronóstico de la enfermedad.

Algunos de estos síntomas identificativos para darnos cuenta de que está ocurriendo un ictus son los siguientes:

  • El lenguaje se ve alterado, la persona tiene dificultades para hablar y/o entender.
  • Se pierde la fuerza y sensibilidad en, generalmente, un lado del cuerpo, sobre todo en la cara y las extremidades.

Precisamente estos aspectos: el habla, la capacidad para movilizar un brazo y la existencia de desviaciones de la boca constituyen los tres elementos de la escala FAST (acrónimo en inglés de rápido), que intentan evaluar de forma rápida la posibilidad de que esté comenzando un ictus.  En ocasiones, la visión también se afecta, se pierde la coordinación y el equilibrio o aparecen dolores intensos y poco habituales en la
cabeza. Por eso, cuando aparezcan estos síntomas se recomienda llamar a urgencias y actuar con rapidez, puesto que, cada minuto que pasa aumenta el daño cerebral.

La atención al ictus se basa en tres pilares:

  • Tratamiento agudo y prevención de las complicaciones, para evitar el daño cerebral secundario.
  • Búsqueda de la causa del ictus, para evitar la aparición de otro ictus en un futuro.
  • Recuperación y rehabilitación de secuelas, físicas, psicológicas y cognititvas, para mejorar la funcionalidad del paciente.

Dentro de las complicaciones y secuelas que pueden aparecer se encuentran los trastornos del lenguaje, de la articulación del habla y de la deglución. Los trastornos del lenguaje se deben a la lesión de regiones cerebrales implicadas en alguno de los aspectos de la comprensión o elaboración del mismo. Los trastornos del lenguaje generan una gran discapacidad y frustración, puesto que afectan a una de las funciones más específicas del ser humano: la comunicación. Por ello, resulta fundamental el abordaje precoz de estos trastornos con el objetivo de recuperar, en la medida de lo posible, la capacidad de comunicación del paciente, a través de diferentes estrategias.

Los trastornos en la articulación del habla son menos específicos y pueden aparecer con lesiones en diversas regiones cerebrales. Dependiendo de la gravedad afectan en mayor o menor medida a la capacidad de comunicación, aunque característicamente los pacientes pueden mantener la capacidad para comunicarse mediante la escritura. Los trastornos en la articulación del lenguaje también precisan un abordaje precoz que permita mejorar la situación funcional de estos pacientes.

Finalmente, los trastornos deglutorios pueden aparecer desde las fases iniciales del ictus, y precisan un abordaje precoz, puesto que este tipo de trastornos puede aumentar el riesgo de complicaciones como las neumonías debido a microaspiración de secreciones y de alimentos. Por ello, el papel del logopeda es muy
importante a lo largo de todo el proceso de un ictus, tanto en las fases agudas como en las crónicas, y debe participar en el proceso de atención al ictus, lo que permitirá tanto la prevención de complicaciones agudas como alcanzar un mejor pronóstico funcional a largo plazo.

Así, resulta prioritario actuar de manera precoz, sobre todo durante los primeros tres a seis meses, ya que tendrá mayor probabilidad de ganar una autonomía superior. Por lo tanto, la atención integral al ictus debe realizarse a través de abordaje multidisciplinar. Incluso los familiares y cuidadores también tendrán un papel fundamental en la mejora. Y es que el ictus se trata de un suceso que impacta no sólo sobre la persona afectada sino también en las personas de su entorno. El tiempo de recuperación, normalmente es lento. Las secuelas también son variables según el grado de afectación, ya que se puede alcanzar una recuperación total, así como permanecer en un estado de dependencia funcional.

En resumen, el ictus es un trastorno frecuente, que genera un gran impacto sociosanitario y que afecta tanto a los pacientes como a los cuidadores. Resulta fundamental un abordaje precoz e integral que permita mejorar la situación de los pacientes y que aporte apoyo a los cuidadores.

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