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El excesivo consumo de azúcar en la adolescencia conlleva riesgo de alteración cerebral
Un estudio en ratas ofrece indicios de cuál es el impacto a largo plazo de consumir de alimentos azucarados en abundancia a esta edad. Por Laura Torrellas

El excesivo consumo de azúcar en la adolescencia conlleva riesgo de alteración cerebral

Laura Torrellas | Nutrición y Dietética HSRLPEsta es la conclusión a la que se ha llegado en un nuevo estudio en ratas. Los resultados de este podrían aportar pistas clave para averiguar cuáles son exactamente los impactos a largo plazo del consumo excesivo de alimentos azucarados durante la adolescencia, más allá de la obvia consecuencia del sobrepeso y trastornos relacionados.

La investigación, realizada por el equipo de la Dra. Martine Cador, de la Universidad de Burdeos en Francia, muestra que el disfrute posterior de tales alimentos, durante la edad adulta, se ve reducido en aquellos que los consumieron más de la cuenta cuando eran jóvenes. Dicho de otro modo, una misma golosina no les provoca el mismo placer que ahora experimentarían si su consumo en la adolescencia hubiera sido moderado.

Ya sabíamos que el consumo elevado de azúcares está asociado a la obesidad, diabetes mellitus, caries, hiperinsulinismo... Pero este estudio nos aporta un dato más por el que debemos limitar su consumo. Vivimos en una sociedad en la que el bombardeo publicitario nos mensajea con continuos slóganes sin atender a la calidad nutricional del producto en cuestión. Este hecho sin duda repercute en la población, y más aún en la población adolescente (grupo vulnerable al marketing).

Continuamente vemos en televisión spots de refrescos, cereales de desayuno (algunos de ellos con demasiada carga de azúcares), galletas, chocolatinas, zumos envasados, pizzas precocinadas, palomitas… Y, en la gran mayoría de estos spots, los protagonistas son niños o jóvenes, mostrando una felicidad abrumadora cuándo su madre le trae el producto en cuestión.

Y la verdad es que no se equivocan: tal y como dice el estudio, estos productos, consumidos sin control en la adolescencia, alteran el circuito de recompensa del cerebro. Esto quiere decir que, con el paso de los años, sólo obtendremos la misma satisfacción que notábamos al consumir inicialmente ese producto si incrementamos la cantidad de ingesta. Lógicamente, esto se traduce en sobrepeso u obesidad en la edad adulta, con las siguientes comorbilidades que esta epidemia conlleva. La clave: moderación. 

 

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