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El sufrimiento en experiencias cercanas a la muerte
Oncología

El sufrimiento en experiencias cercanas a la muerte

El silencio, una forma de consuelo

 

Desde el punto de vista académico podemos definir el sufrimiento como la consecuencia, dinámica y cambiante, de la interacción entre la percepción de amenazas y recursos, modulada por el estado de ánimo.  

En España se registran más de 380.000 defunciones anuales, siendo las enfermedades cardiovasculares, cerebro-vasculares y cáncer las primeras causas de muerte. Para muchos de esos enfermos la muerte no es la sensación peor; reconocen estados mucho peores que la muerte misma. La gran mayoría reclama una solución a sus problemas de sufrimiento físico y emocional. 

Actualmente se sigue en España —y en la mayoría del mundo— un “modelo sanitario basado en la enfermedad orgánica y sus terapéuticas curativas, para atender a pacientes que son, esencialmente, hombres y mujeres que sufren” (Psicología y cuidados paliativos, Ramón Bayés. Universidad Autónoma de Barcelona).

El sufrimiento tiene un gran paso, no solo para los momentos más cercanos a la muerte, sino para nuestro día a día, y supone uno de nuestros grandes enemigos.

El sufrimiento es una consecuencia, es una etapa, es una forma de expresión de nuestras vivencias más negativas. ¿Pór qué se intenta no hablar de él? ¿Pór que se tiende a camuflar o contrarestar con mensajes positivos equivocados? 

Después de observar durante varios años a pacientes (núcleo de nuestro sistema sanitario) y a todos los que me rodean, incluidos muchísimos profesionales que dedican su día a día a este tema, he llegado a la conclusión de que el sufrimiento es una sensación que experimenta el ser vivo, frente a casi el 100% de las experiencias negativas objetivas o subjetivas que acontecen durante la vida, por lo tanto no se pueden evitar; lo que sí podemos es tratarlo y aliviarlo. 

El sufrimiento es una consecuencia, una etapa, una forma de expresión de nuestras vivencias más negativas. ¿Pór qué se intenta no hablar de él? ¿Pór que se tiende a camuflar o contrarestar con mensajes positivos equivocados?

Aunque cada vez estamos más formados en diagnosticar, tratar, paliar síntomas físicos o atender el dolor, son muy pocos los que están formados en el consuelo y en el trato de experiencias cercanas a la muerte (ECM). Y en cambio es una dolencia que genera sufrimiento a familiares, amigos y al propio paciente desde el minuto uno en que se diagnostica. Y no podemos confundirlo con expresar los datos de clínicos o científicos de supervivencia, o dar esperanzas que no existen. Hablo del consuelo en sí. 

La mayoría de los profesionales sanitarios, familiares y personas cercanas a la persona que expresa ese sentimiento de sufrimiento, hace un intento desesperado por conseguir y encontrar la palabra adecuada, la frase consoladora y el mejor de los discurso, con el fin de calmar su sensación y de buscar una solución. Pero esto no es siempre la solución: buscar una mano, un gesto, una caricia, una mirada es a veces mucho más reconfortante que las mejores palabras. 

Es complicado conseguir que un paciente se comunique abiertamente sobre sus sentimientos, preocupaciones, etc. Y cuanto más si está en situaciones cercanas a la muerte pues, todo lo relacionado con ella, actualmente sigue considerándose un tema tabú.  Por eso es muy importante fomentar el diálogo y la comunicación con el profesional y con sus familias, pero lo es aún más aprender a consolar, a escuchar y a, simplemente, estar ahí. 

Tenemos la obligación de atender no solo el sufrimiento físico, sino también el psicológico y espiritual. 

 “Tal vez podamos llegar a establecer una red de hospitales sin dolor, pero no cabe siquiera pensar en el proyecto de un solo hospital sin sufrimiento” (Javier Barbero, psicólogo).

 

Raquel Brito Raquel Brito Benítez

Enfermera de Oncología | Hospital San Roque LPGC

 

 

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