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Cirugía bariátrica

La cirugía bariátrica es un tratamiento indicado en aquellos pacientes que sufren de obesidad mórbida, con un índice de masa corporal de 40 o de 35 y que además sufren graves problemas de salud como diabetes o hipertensión. En estos casos en los que seguir un plan de alimentación específico y practicar ejercicio no es suficiente para alcanzar el peso correcto, la cirugía de la obesidad se presenta como la mejor alternativa.

Someterse a esta operación provoca una mejora sustancial en la calidad de vida de los pacientes, disminuyendo los problemas de salud que se derivan de la obesidad (infartos de miocardio, cáncer, artrosis, entre otras). Además, el paciente se sentirá motivado para asumir nuevos hábitos de vida que le permitan mantenerse saludable y en forma.

La cirugía bariátrica no tiene un único tratamiento quirúrgico. El especialista valorará las condiciones del paciente y, una vez estudiado su caso, determinará qué método se adapta mejor a sus circunstancias:

- Bypass gástrico laparoscópico: consiste en la reducción de tamaño del estómago a través de una intervención en quirófano. El intestino delgado también se trata para suturarlo al pequeño estómago. Así, tanto la cantidad de alimento ingerido por la persona como la posterior absorción se reducen. Los resultados suelen ser muy positivos, apreciándose pérdidas del 70% del exceso de peso y de hasta el 30% del peso total.

- Manga gástrica: también conocida como Sleeve Gastroctomy o gastrectomía tubular laparoscópica. En este caso, el estómago se secciona con grapas hasta darle una forma tubular alargada. Aproximadamente el 80% del tamaño del estómago es extraído. De esta forma, se consigue limitar hasta en un 25% la capacidad de ingesta. En este caso, el intestino no se interviene, por lo que la comida sigue el mismo recorrido que antes de realizar la cirugía. En los últimos años esta técnica también se realiza por vía endoscópica, mucho menos agresiva.

Antes de someterse a esta cirugía, el paciente será evaluado por el especialista, quien le prescribirá un plan de alimentación personalizado para poder reducir el tamaño del hígado y de la grasa visceral. Igualmente, será importante seguir un plan de ejercicios adecuado, que contribuya a mejorar la función cardiovascular y disminuya al máximo el riesgo durante la intervención.

Tras la cirugía, el paciente continuará con un periodo de recuperación de aproximadamente un mes, aunque podrá pasarlo en su propio domicilio. El equipo médico encargado recomendará unas pautas alimenticias determinadas (basada en alimentos blandos y líquidos), así como ejercicios respiratorios y una medicación adaptada a cada circunstancia. La disminución del peso durante las primeras cuatro semanas es muy considerable, aunque después de este periodo se ralentizará y será más progresiva.