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Radioterapia

La radioterapia es un tratamiento con el que se pretende poner solución a diferentes tipos de cánceres, como el de mama, de próstata, de útero o de vejiga, entre muchos otros. Consiste en la aplicación de radiaciones ionizantes, con las que se consigue dañar directa e indirectamente el ADN de las células, haciendo que estas sufran alteraciones funcionales e incluso, como última opción, provocando la muerte de la misma.

Los aceleradores lineales son los dispositivos que más frecuentemente se utilizan para suministrar las sesiones de radioterapia, y permiten distribuir la dosis de radiación de una forma optimizada en los tumores. Estos aceleradores generan, por efecto térmico, electrones en un filamento al que se aplica una corriente eléctrica que los acelera y que son útiles para el tratamiento de tumores superficiales. En esta aceleración, los electrones acaban chocando con una placa de tungsteno, produciéndose así fotones, los cuales son empleados para tratar los tumores que se encuentran a mayor profundidad.

La radioterapia es uno de los tratamientos médicos utilizados contra el cáncer, junto a la cirugía y la quimioterapia. Por norma general, suele ser una parte de un tratamiento más global en el que también se incluyen este tipo de alternativas médicos y quirúrgicas. Solo en los casos en los que se ha detectado el tumor de una manera muy precoz la radioterapia puede resultar efectiva usada por sí sola.

Este tratamiento es completamente indoloro y los pacientes no notan nada durante el suministro de la radioterapia. Se aplica con un ingreso ambulatorio, a través de sesiones diarias de lunes a viernes, con un periodo de descanso en sábados y domingos. En total, suelen aplicarse entre 25 y 40 fracciones, dependiendo de las características del tumor. Es posible que surjan efectos adversos durante el tratamiento, como fatiga, mucositis, esofagitis, enteritis, epitelitis y dermitis, alopecia y aplasia medular. Este tipo de consecuencias son transitorias y el paciente puede sobreponerse con un medicamento complementario, como un antiinflamatorio, y con una alimentación especial. Además, existe la posibilidad de sufrir efectos adversos crónicos, los cuales surgen al menos noventa días después de haber acabado el tratamiento por radioterapia, y que suelen ser la xerostomía o pérdida de saliva, la fibrosis o endurecimiento del tejido subcutáneo pulmón o intestino, necrosis, daño neurológico, etc.

Una vez se ha finalizado con el tratamiento, el paciente debe acudir a consulta para que los especialistas verifiquen el estado y la evolución del cáncer.