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Alimentación y salud cardiovascular
La patología cardiaca es la primera causa de muerte a nivel mundial, y entre los factores que influyen en ella encontramos los malos hábitos. Una vida sedentaria junto a hábitos tóxicos (tabaco y alcohol) y mala alimentación juega un papel clave en la aparición de la inflamación. Entendemos por inflamación la respuesta de nuestro sistema inmune ante alguna lesión o infección que puede dañar nuestro organismo.

Alimentación y salud cardiovascular

Se ha demostrado que las dietas llamadas “occidentales”, por ser más frecuentes en países como Estados Unidos, tiene un efecto proinflamatorio y facilitan el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Este tipo de dietas se caracteriza por:

  • Consumo excesivo de sal: sal de mesa, caldos y concentrados preparados, encurtidos, salsas, salazones, frutos secos salados (por ejemplo pipas)
  • Consumo elevado de carne roja: con más frecuencia de la recomendada.
  • Consumo elevado de grasas saturadas y trans: margarinas, mantequillas, panceta, beicon, frituras…
  • Alimentos precocinados y ultraprocesados: comida rápida (hamburguesas, pizzas…), congelados de baja calidad (salchichas, nuggets, pastas…)

La estrategia principal para la prevención de cualquier patología cardiaca se basa en la promoción de hábitos de vida saludables. Entre todos los tipos de dieta que existen, el patrón de dieta “mediterráneo” ha demostrado en múltiples estudios su eficacia antiinflamatoria (ayudando al sistema inmune) y en la prevención de enfermedades del corazón. Sus características incluyen:

  • Reducir la ingesta de sal, sustituyéndola por especias para fomentar el sabor de los platos.
  • Mantener el consumo de frutas, verduras y hortalizas frescas a diario (5 raciones/día), ricas en fibra, vitaminas y minerales.
  • Sustituir los hidratos de carbono refinados (blancos) por integrales, ya que aportan mayor contenido de fibra dietética.
  • Consumir legumbres de forma habitual (al menos 3 veces/sem), fuente de proteína vegetal.
  • Aumentar el consumo de pescado frente al de carne (3-4 veces/sem, siendo alguna de ellas en forma de pescado azul), por su aporte en proteínas y ácidos grasos esenciales omega-3.
  • Mantener consumo de carne magra o sin grasa como pollo, pavo, conejo, cerdo (2-3 veces/semana) y disminuir (aunque no eliminar) el de carne grasa o roja (1 vez/quincenal).
  • Aumentar el consumo de frutos secos al natural (1 puñado/3-6 veces en semana), ricos en proteínas y grasas vegetales saludables.
  • Utilizar aceite de oliva virgen como grasa fundamental, dado su efecto beneficioso en la salud cardiovascular.

Una adecuada alimentación, evitando alimentos desaconsejados, y hábitos de vida saludables nos puede ayudar a prevenir la patología cardiovascular, además de otras enfermedades como la obesidad, diabetes y algunos tipos de cáncer. La salud es un bien preciado y que tenemos que cuidar.

 

 

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