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El asma: causas, síntomas, diagnosis y tratamientos
Neumología

El asma: causas, síntomas, diagnosis y tratamientos

El asma es un problema de salud grave a nivel mundial que afecta a todos los grupos de edad, con una prevalencia creciente en muchos países en desarrollo, unos costes de tratamiento en aumento y una carga cada vez mayor para pacientes y para la sociedad. 

¿Qué es el asma?

El asma es una enfermedad crónica inflamatoria de las vías aéreas en las que intervienen diferentes células y productos celulares. Esta inflamación crónica produce una hiperrespuesta bronquial, la cual conlleva a episodios recurrentes de sibilancias (los conocidos “pitos”), disnea o falta de aire, opresión torácica y tos, la cual es de predominio nocturno y a primera hora de la mañana. Estos episodios se acompañan habitualmente a una obstrucción generalizada y variable del flujo aéreo que puede ser reversible o, bien, de forma espontánea o con tratamiento farmacológico.

Por tanto, los rasgos definitorios del asma bronquial son cronicidad, obstrucción reversible, disnea, inflamación e hiperrespuesta bronquial. Aunque hablemos de una enfermedad crónica, los episodios de agudización pueden tener una instauración súbita y el paciente puede pasar en muy poco tiempo de un estado asintomático a un compromiso respiratorio que puede llegar a ser grave. 

Es importante definir la hiperrespuesta bronquial: ésta es una respuesta exagerada del árbol bronquial que responde con una obstrucción de las vías aéreas ante diferentes estímulos, bien sean físicos, químicos, infecciosos, inmunológicos o farmacológicos. Aunque toda asma tiene una hiperrespuesta bronquial, no todos los pacientes con esta hiperrespuesta son asmáticos, dado que también pueden aparecer tras infecciones virales del aparato respiratorio e incluso en pacientes con rinitis crónica y sin asma. 

Epidemiología. Canarias

Se estima que, aproximadamente, la tasa de pacientes asmáticos a nivel mundial es de 300 millones.  La prevalencia es muy variable, con una cifra media del 4,5% de la población europea. En relación con nuestro país, se estima que la prevalencia de la enfermedad oscila entre un 1-2% en el norte de la Península, frente a un casi 15% en las Islas Canarias. Existen datos para pensar que el clima insular se relaciona con una mayor prevalencia del asma, potenciada por factores genéticos y, sobre todo, factores ambientales, dada la alta incidencia de ácaros en nuestras islas. 

El sexo marca notables diferencias en la prevalencia de la enfermedad, predominando en los niños durante toda la infancia y alcanzando su punto más alto en la pubertad. Después de los 20 años la prevalencia de la enfermedad se iguala en ambos sexos hasta la cuarta década de la vida, en que se hace más prevalente en las mujeres. 

Esta enfermedad es una de las más frecuentes como causas de absentismo escolar y laboral, y generan un gran gasto económico. La mortalidad es baja y se ha calculado en 250.000 muertes anuales a nivel mundial.

Causas

Existen factores que llevan a su desarrollo (básicamente factores del huésped y por tanto genéticos) y otros que son desencadenantes de crisis.

En cuanto a los factores del huésped, pueden ser: 

  • Genéticos. El asma tiene un componente genético, presentando un riesgo relativo de ser padecido entre los familiares de primer grado de un afectado entre un 2,5-6. 
  • Obesidad. Se ha demostrado ser un factor de riesgo especialmente en la mujer. 
  • Sexo. El sexo masculino es un factor de riesgo de asma en niños menores de 14 años, igualándose posteriormente hasta la edad adulta, que es más frecuente en mujeres.

Factores ambientales

  • Alergenos. El factor ambiental de mayor riesgo, siendo más frecuente los ácaros del polvo, polen, epitelio de perro y gatos y hongos. 
  • Infecciones. Algunos virus se han asociado durante la infancia al desarrollo de un fenotipo asmático. 
  • Sensibilizaciones ocupacionales. Más de 300 sustancias se han asociado al asma ocupacional, que es aquel causado por la exposición a un agente que se encuentra en el lugar del trabajo. 
  • Humo de tabaco. Se asocia a una mayor caída de la función pulmonar en asmáticos, incrementa la severidad y reduce el control del asma; y la exposición al tabaco durante la época fetal y tras el nacimiento incrementa el riesgo de padecer síntomas en la infancia precoz. 
  • Contaminación ambiental. Se han descrito crisis de asma en relación con altos niveles de contaminación ambiental.
  • Ejercicio. Es probablemente el factor desencadenante de crisis breve más frecuente, tanto en niños como en adultos. 
  • Dieta, fármacos, menstruación, embarazo, reflujo gastroesofágico, etc.

Clínica

Diagnosticar de forma correcta el asma es fundamental para instaurar el tratamiento adecuado. El curso intermitente de la enfermedad, la falta de especificidad de los síntomas y la deficiente percepción de éstos por parte del paciente, dificultan el diagnóstico y favorecen la elevada tasa de infradiagnóstico.

A continuación se expone una tabla sobre características clínicas que apoyan el diagnóstico de asma.

SÍNTOMAS MÁS HABITUALES

Disnea

Sibilancias

Tos

Opresión torácica

FORMAS DE PRESENTACIÓN DE LOS SÍNTOMAS

Variable (dependiente de los días

Intermitente (dependiente de los factores desencadenantes)

Predominio nocturno

Provocados por diferentes desencadenantes (infecciones, sustancias irritantes, alérgenos, exposición profesional)

SÍNTOMAS QUE SE PRESENTAN ASOCIADOS

Síntomas de rino-conjuntivitis

Obstrucción nasal (pólipos nasales)

Síntomas de dermatitis

Intolerancia al ácido acetil salicílico (aspirina)

 

Clasificación

El asma se puede clasificar en base a diferentes criterios, ya bien sea por clasificación etiológica, según gravedad o según el control.

Diagnóstico

El patrón intermitente de los síntomas, la implicación de desencadenantes específicos o inespecíficos como el humo del tabaco, los olores fuertes o el ejercicio; el empeoramiento nocturno de los síntomas y la respuesta al tratamiento antiasmático sugieren el diagnóstico de asma. 

Dentro del diagnóstico de esta enfermedad crónica destacan pruebas de función pulmonar tales como espirometría, test de broncodilatación, test de metacolina o prueba de provocación bronquial, marcadores no invasivos de inflamación o la misma evaluación de la alergia.

Tratamiento

A partir de la historia clínica se identificará el grado de control del asma en cada caso, empleando como parámetros los síntomas diurnos y nocturnos, el grado de limitación a la actividad física, el empleo de la medicación de rescate, el grado de obstrucción bronquial y el número de agudizaciones.

Existen diversos tratamientos, los cuales se pautarán en función de escalones terapéuticos establecidos por el especialista. 

La nueva propuesta terapéutica va a seguir un esquema elaborado a modo de escalones, en los que se realizarán desplazamientos según el grado de control clínico. De esta forma, en la primera visita se determinará la gravedad de su enfermedad a partir de los datos clínicos y funcionales, si estaba con tratamiento previo, se valorará el grado de control y si carece de tratamiento, le pautaremos aquellos fármacos que nos aseguren el control en el menor tiempo posible y con los menores efectos secundarios. A partir de esos criterios, designaremos el escalón de tratamiento de cada paciente, que se ascenderá o descenderá según la estabilidad clínica. 

Dentro de los diferentes fármacos antiasmáticos podemos destacar: tratamiento inhalador (agonista beta adrenérgico de acción corta y a demanda, glucocorticoides innhalados, combinaciones de glucocorticoides con agonistas beta adrenérgicos de acción larga, etc.), antileucotrienos, teofilinas, corticoides sistémicos, etc.

La mayoría de los fármacos controladores del asma mejoran la sintomatología en los primeros días del tratamiento, pero el beneficio máximo no es evidente hasta pasados 3 o 4 meses, salvo para las formas más graves que requieren hasta 6 o 9 meses.

Mantenimiento

Una vez alcanzado el control, es necesario un adecuado seguimiento y monitorización que permita reducir los escalones terapéuticos y, con ello, minimizar los efectos secundarios. Por otro lado hay que tener en cuenta que el asma es una enfermedad de curso fluctuante, por lo que el tratamiento ha de ajustarse periódicamente según los síntomas, número de agudizaciones y valores funcionales. La frecuencia con la que el paciente realizará revisiones médicas dependerá de la gravedad inicial de la enfermedad y la evolución de la misma. Inicialmente se recomienda una visita mensual durante los 3 primeros meses y, en adelante, trimestral, siempre que la situación clínica lo permita.

Más información sobre el servicio aquí.

 

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