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Transplante cardiaco

El trasplante cardiaco consiste en la sustitución de un corazón que ha sido diagnosticado con alguna miocardiopatía en estado terminal por otro sano, proveniente de una persona fallecida. Se trata de una intervención que conlleva riesgos pero que es fundamental en pacientes que sufren riesgo de muerte súbita o cuyo organismo ya no responde a un tratamiento médico ni a una cirugía convencional. De hecho, la mayoría de personas candidatas a un trasplante han sufrido uno o varios infartos agudos de miocardio, lo que pone seriamente en riesgo sus vidas.

Para poder garantizar el buen estado del nuevo corazón es fundamental que el donante sea una persona fallecida neurológicamente, que ha mantenido la actividad respiratoria a través de un respirador y que mantiene la función de los otros órganos hasta que finalmente sobreviene la parada cardiaca. En realidad, la mayoría de las muertes ocurren en sentido inverso, ya que primero se da el cese de la actividad cardiaca y después, debido a la ausencia de riego sanguíneo, se paraliza la actividad cerebral y del resto de funciones del organismo. Por esto, apenas un 1% de los fallecidos presentan las condiciones óptimas para convertirse en donantes de corazón.

Pero además de la dificultad de encontrar un donante, quienes se someten a este tipo de trasplante también corren el riesgo de sufrir un rechazo agudo. Esto ocurre con todos los órganos sólidos, los cuales producen una reacción inmune del huésped que, en caso de no ser controlada, producen la destrucción del injerto. El rechazo puede considerarse hiperagudo (el corazón es rechazado en los primeros minutos u horas), agudo (aunque aparece en aproximadamente el 95% de los pacientes, pudiendo desarrollarse una necrosis miocárdica, suele ser diagnosticado y tratado adecuadamente, por lo que no deja secuelas) y crónico (el cual afecta a las arterias coronarias y está relacionado con la arteriopatía del injerto). Para disminuir las posibilidades de un rechazo, los pacientes deben llevar a cabo un tratamiento inmunosupresor.

Las estadísticas muestran que la supervivencia de aquellas personas que han sido sometidas a un trasplante cardiaco es, de media, del 60% a los años y del 47% a los 10 años.