Enfermedades

El cáncer de pulmón surge por la proliferación exagerada y sin control de determinadas células del pulmón, causando problemas locales por ocupación de espacio y compresión de estructuras cercanas. Si no se controla a tiempo, las células malignas llegan a otros órganos del cuerpo (metástasis) por la circulación sanguínea o linfática.

El hábito de fumar es el factor de riesgo más importante en el desarrollo del cáncer de pulmón. Un 90% de esos tumores malignos están causados por el tabaco. De hecho, un fumador tiene un riesgo de padecer cáncer de pulmón de 10 a 30 veces superior a un no fumador.

El síntoma más común del cáncer de pulmón es la tos persistente, asociada o no a expectoración. En pacientes asintomáticos, el diagnóstico suele producirse casualmente en una radiografía de tórax indicada por otros motivos. Otro síntoma es la disnea o sensación de falta de aire y el más preocupante, la presencia de sangre en el esputo o hemoptisis. Un profesional debe evaluar rápidamente todos estos síntomas pues la sangre no significa necesariamente cáncer de pulmón. De hecho, es más común en una bronquitis aguda.

En varones, el tabaco es el agente causante del cáncer de pulmón en el 90% de los casos, disminuyendo este porcentaje en mujeres hasta el 79%. Las probabilidades que tiene un fumador crónico de padecer un cáncer de pulmón a lo largo de su vida puede alcanzar el 30%, mientras que en no fumadores decae hasta un 1%. El riesgo depende del número de cigarrillos fumados al día, así como del número de años que se fuma.

Al dejar de fumar, el riesgo de desarrollar un cáncer de pulmón disminuye conforme pasan los años, aunque se mantienen los índices de riesgo varios años después de abandonar el hábito.

Otros factores incluyen exposición al amianto, hidrocarburos aromáticos policíclicos, arsénico y níquel y padecer otras enfermedades pulmonares, como la fibrosis de pulmón. También la exposición al humo del tabaco de otros fumadores (fumadores pasivos) y la exposición al radón.